A través del arte, un sacerdote claretiano da vida al reino de Dios

El arte del padre claretiano Maximino Cerezo Barredo tiene sus raíces en el mensaje bíblico de liberación.
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En 2017, una obra maestra del Renacimiento de Leonardo DaVinci titulada Salvator Mundi, que representa a Cristo como el salvador del mundo, se vendió por 450 millones de dólares. Al mercado del arte, un lugar donde los extremadamente ricos pueden invertir sus finanzas sabiendo que su inversión en obras de arte de primera línea no sólo es segura sino que puede generar una ganancia significativa con el tiempo, puede que le importe poco el tema de esta pintura. Después de todo, consideremos que este “salvador del mundo” que fue enviado “a llevar buenas nuevas a los pobres” (Lucas 4:18) se ha convertido aquí en una mercancía que beneficia sólo a los miembros más ricos y exclusivos de la sociedad. Mientras tanto, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas informa la impactante estadística de que 828 millones de personas en el mundo viven en situaciones de hambre, de las cuales 50 millones están al borde de la hambruna (donde 1 dólar al día podría proporcionar hasta dos comidas).

¿Debemos concluir que el arte y, me atrevo a decir, la religión son simplemente más “productos” para vender en una economía mundial que valora más los objetos que las personas? Dadas las duras realidades de la pobreza y la injusticia en nuestro mundo, uno podría fácilmente responder que sí. Sin embargo, el artista, teólogo y sacerdote claretiano Maximino Cerezo Barredo ha pasado la mayor parte de sus más de 90 años respondiendo esta pregunta con un rotundo no.

Detalle del mural de una capilla de Juanjuí.

Cerezo Barredo nació en Villaviciosa, España, en 1932. Dos grandes amores llegarían a definir su vida: el arte y la fe. Se unió a los Claretianos, una orden religiosa misionera católica (y los editores de U.S. Catholic) dedicada a vivir y proclamar el evangelio, y fue ordenado sacerdote en 1957. Luego estudió bellas artes y se embarcó en una larga carrera de pintura y enseñanza del arte sagrado.

Mientras acumulaba numerosos elogios a lo largo de su carrera, Cerezo Barredo experimentó un período de formación cuando fue enviado con un grupo de claretianos a ministrar en Perú. Allí, en una pequeña capilla de Juanjuí, algo pasó. Mientras pintaba un enorme mural de 124 pies en la capilla que representaba la “historia de la salvación”, observó a una campesina mirando una de sus pinturas.

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“Esa mujer, al llegar al final del mural, encontró una figura llorando por la muerte de un niño, una mujer que se parecía a ella y que yo había pintado”, dice Cerezo Barredo. “Luego se detuvo, sacó una vela y comenzó a orar. No a un santo, sino a un niño muerto. A su hijo, tal vez. Pensé en ese momento que sería absurdo dejar de pintar. Podría unir lo sacerdotal con el arte”.

Experiencias como ésta, de trabajo con varias comunidades eclesiales de base que luchaban contra la pobreza y la injusticia mientras ocurrían reuniones históricas de la iglesia en Medellín y Puebla, ayudaron a enfocar y solidificar la visión de Cerezo Barredo. Su arte y su obra se arraigaron en el mensaje bíblico de liberación.

Las teologías de la liberación comienzan con situaciones de sufrimiento. Inspiradas en imágenes bíblicas de Dios del libro del Éxodo y de Jesús tal como se describen en las escrituras cristianas, las teologías de la liberación exploran las implicaciones sociales de un Dios que escucha y responde al clamor de los oprimidos. Estas imágenes de Dios no son estáticas sino dinámicas y activas. Como afirma sucintamente la teóloga Elizabeth Johnson, “en situaciones de miseria, Dios no es neutral”.

Un aspecto significativo de las teologías de la liberación es su orientación praxis. Siguiendo el modelo del Dios que “escucha el clamor de los pobres”, estas teologías comienzan respondiendo a experiencias concretas de sufrimiento. Luego llevan el trabajo para erradicar la injusticia al diálogo con las Escrituras y la tradición. El fruto de esta reflexión teológica se aplica entonces a la obra de justicia en curso. Esto se convierte en un ciclo progresivo que une la teología y el trabajo por la justicia.

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La reflexión de Cerezo Barredo sobre unir su experiencia de sufrimiento con su arte y ministerio sacerdotal da fe de esta orientación en su propia obra. Pero, ¿cómo puede el arte liberarse en un mundo del arte construido para convertirlo en una mercancía, a menudo sin importar el tema?

La undécima semana del Tiempo Ordinario (Ciclo A) (Mateo 9:36–10:8)

Roberto S. Goizueta desarrolla una “estética teológica de la liberación” en su libro Cristo Nuestro Compañero (Orbis Books). Sostiene que para resistir la mercantilización de la religión y los símbolos religiosos representados artísticamente necesitamos mantener las “interconexiones intrínsecas entre doctrina, símbolos y prácticas”. Sorprendentemente, el arte de Cerezo Barredo ha mantenido este ideal durante mucho tiempo.

Una forma poderosa en la que Cerezo Barredo ha resistido la tendencia a mercantilizar el arte, que puede distanciarlo de las vidas de la comunidad a la que está destinado, es hacer que muchos de sus dibujos estén libres de derechos de autor y disponibles para todos, especialmente sus dibujos para el ciclo litúrgico de tres años.

Así, de boca en boca, su trabajo se difunde a través de fotocopias, llegando a comunidades de todo el mundo. Cada dibujo le brinda la oportunidad de resaltar valores importantes para las comunidades eclesiales de base donde ministra y de oponerse a la opresión.

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Considere su dibujo de la undécima semana del Tiempo Ordinario, Ciclo A. El pasaje del evangelio para este día es Mateo 9:36–10:8, donde Jesús envía a los doce en su primera misión para proclamar el reino de Dios en palabra y obra. Cerezo Barredo elige visualizar un pasaje de Mateo 9: “La mies es mucha, pero los obreros pocos; Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies” (37-38).

En este dibujo, abundantes campos se extienden maravillosamente ante el espectador, inmaculados por la avaricia corporativa. Hay hileras e hileras de cultivos esperando a ser cosechados, con abundante alimento para la comunidad. Jesús, reconocible en primer plano por otras obras de la serie, no sólo “se conmueve por la multitud”, como dice la lectura. Con las mangas arremangadas y un sombrero para protegerlo del calor del día, se une al grupo, blandiendo una guadaña y recogiendo trigo. Este no es un Dios lejano, sino un Dios con las manos sucias y los pies descalzos que acompaña a los trabajadores en su labor diaria. El mensaje no se trata de una realización lejana del reino de Dios, sino de su comienzo entre ellos, con Jesús a la cabeza.

Le Cargan la Cruz de la serie Viacrucis

Como lo atestiguan las vidas de Óscar Romero y de tantos otros mártires latinoamericanos, resistir la opresión y defender la justicia pone la vida en peligro. Si bien algunos críticos pueden considerar las representaciones del Cristo sufriente como un medio manipulador para convencer a las personas de “tomar su cruz” y soportar sus propios sufrimientos, Cristo en la cruz adquiere una interpretación diferente cuando se lo ve desde la perspectiva de los oprimidos. Aquí Jesús se solidariza con aquellos que soportan una horrible opresión y violencia. El Cristo que se arremanga y trabaja junto al pueblo es también el Cristo que es arrestado por cargos falsos y ejecutado injustamente.

Considere los dibujos de Cerezo Barredo de su serie Viacrucis. En Le Cargan la Cruz esta solidaridad se hace evidente. Cristo no es el único que lleva una cruz. De hecho, la atención no se centra únicamente en Cristo. En cambio, la atención se centra en “ellos” que llevan cruces. También es significativa la vestimenta moderna de una de las personas que porta una cruz en el dibujo. El sombrero y la camiseta e incluso la interpretación abierta del género de esta víctima de la violencia ayudan a que el público de Cerezo Barredo se vea a sí mismo en estas luchas.

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Despojado, de la serie Viacrucis, también desafía. Esta imagen evocadora deja claro que los sufrimientos de Cristo se están manifestando hoy en su pueblo. En la décima estación Jesús es despojado de sus vestiduras. Sin embargo, aquí “ser despojado de” o que te quiten algo adquiere connotaciones sociales y económicas.

Cristo se encuentra ante una escena trágica. A sus pies yace una hilera de cadáveres. A lo lejos, una siniestra metrópolis de rascacielos de metal y vidrio se eleva sobre una ciudad improvisada de humildes casas de madera: una escena de vastas discrepancias de riqueza que se repite en todo el mundo. Jesús ha sido despojado de sus vestiduras, dejando al descubierto su espalda ensangrentada y azotada, pero ¿de qué más le han despojado? ¿Su gente? ¿La esperanza de un futuro mejor?

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Despojado de la serie Viacrucis

Considere otra traducción de despojado, que podría significar “despojado”. Las definiciones del diccionario de desposeído, como “privado o despojado de la posesión o uso de algo” o “carecer de algo necesario, deseado o esperado”, establecen poderosas conexiones con la imagen. En este sentido, son las personas las que han sido despojadas. Han sido despojados de su dignidad, de sus oportunidades de prosperar; en última instancia, han sido despojados de sus vidas. Los perpetradores de esta violencia pueden no tener rostro en esta imagen, pero el dibujo nos obliga a ver las consecuencias de decisiones y políticas individuales y corporativas que poco se preocupan por la dignidad y el florecimiento de la vida humana.

Más allá de la resistencia, se necesita esperanza. Cerezo Barredo también crea impresionantes murales que resisten activamente la cultura consumista cosificadora y brindan esperanza. En sus murales se ve no sólo la belleza y el alcance de su visión, sino también una profunda conexión entre creencias, símbolos y prácticas realizadas dentro de contextos comunitarios locales.

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Ya sea en una capilla rural o en una catedral, los murales de Cerezo Barredo hacen presente la opción preferencial de Dios por los pobres. Inspirándose en la tradición muralista latinoamericana, teje narrativas y colores vibrantes en mensajes culturales poderosos, a menudo inspiradores, para la gente. Continuando con su tema de Cristo con el pueblo, pintó una obra maestra artística y teológica titulada En la Cena Ecológica del Reino. Aquí Cristo se sienta en la naturaleza con una reunión diversa de 12 discípulos, desde bebés hasta adultos.

El título y las heridas posteriores a la resurrección de Jesús nos ayudan a saber que se trata de una imagen escatológica. Por eso observamos con gran interés los detalles de este banquete celestial que imagina Cerezo Barredo. Aquí vemos a la humanidad viviendo en armonía con la creación desde el amanecer hasta el atardecer; la naturaleza florece y crece, con tocones de árboles muertos que ofrecen nuevos brotes; y la sabiduría de los pueblos indígenas mantiene a la comunidad firme. Hombres y mujeres de todos los ámbitos de la vida ofrecen su aprendizaje mientras se reúnen alrededor de una mesa llena de cocina local de pan, agua, vino, plátanos y más. Cristo, que se parece al pueblo al que sirve, reúne con calidez a la comunidad, honrando la dignidad de cada persona en este banquete celestial.

Mural, Catedral de la Prelatura de São Félix do Araguaia

En murales como este y su impresionante mural en la Catedral de la Prelatura de São Félix do Araguaia, Cerezo Barredo muestra la amplitud de su visión teológica y artística. No se trata sólo de luchar contra la injusticia y caminar con los necesitados, por muy importantes que sean. Se trata de la realización completa del reino de Dios y el florecimiento de todas y cada una de las personas. De hecho, la visión de Cerezo Barredo expresa comunión con toda la creación de Dios.

Cerezo Barredo opta por plasmar este mensaje en murales, un medio difícil de comprar y vender. La cuestión no es que todo el arte deba ser gratuito. El artista, como Jesús trabajando junto al pueblo, tiene derecho a un salario justo. En cambio, el arte de Cerezo Barredo se esfuerza por emular una forma más cristiana de estar al unísono con la comunidad. Retrata un camino arraigado en el Dios revelado en las sagradas escrituras, un Dios que escucha el grito de los que sufren. Éste es un camino que no ignora ni sofoca la injusticia. Más bien, es una forma que muestra solidaridad y esperanza.

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Al reflexionar sobre estas imágenes, algunas personas podrían pensar: “Incluyámoslas en nuestros leccionarios o en nuestra próxima presentación”. Por loable que sea, el mensaje podría ser más profundo. El arte y el ministerio de Cerezo Barredo alientan a los artistas locales a usar sus talentos para proclamar el mensaje liberador de salvación de Dios en sus propios contextos únicos para inspirar un cambio positivo. Este es el arte del pueblo, no en deuda con un mercado del arte. Imágenes de este tipo no sólo resonarán mucho más profundamente en la comunidad local, sino que también enseñarán a la iglesia en general cuán grandiosa es la visión que Dios tiene para la salvación.

El arte de resistencia y esperanza de Cerezo Barredo es, por tanto, más que un modelo ejemplar de inculturación y misión. Es un plan para animar una iglesia global que realmente valore a cada comunidad local y su experiencia de la presencia liberadora de Dios. Su arte y ministerio nos dicen a cada uno de nosotros: “Usa tus dones para construir tu comunidad; ¡Ellos te necesitan!”

Ya sea arte, incidencia, acompañamiento o protesta, cada persona tiene un don que puede utilizar para construir el reino. Lo importante es encontrar tu voz única para ofrecer resistencia y esperanza. Podría ser un cuadro o podría ser un cargo político. Podrían ser elecciones pequeñas pero más intencionales en su vida diaria y dejar que la solidaridad y la justicia informen sus decisiones. Cualquiera sea el caso, la obra de Cerezo Berrado proclama que tú eres esencial en la construcción del reino de Dios en el aquí y ahora.

En la Cena Ecológica del Reino

Este artículo también aparece en la edición de noviembre de 2023 de U.S. Catholic (Vol. 88, No. 11, páginas 10-15).

Todas las imágenes de Maximino Cerezo Barredo

Este artículo también está disponible en inglés.

About the author

John Christman

John Christman holds degrees in art and theology and often instructs and writes in the fields of art, theology, and spirituality.

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